Somos conscientes del momento que vivimos. Decidimos tomar el cine como una forma de reafirmar nuestra estancia y permanencia a través de las historias que contamos. Un cine que confronta y nos compromete a resistir a través de la memoria.

 

Aunque parezca contrario, nuestra relación con el tiempo se trata de estar dentro y fuera del momento presente, dividiéndolo y alterándolo para después habitarlo, o lo que es lo mismo: habitar a contratiempo.